Venía a las puteadas caminando por el pasillo de mi casa, y como un metro más adelante la veo a Emita subiendo las escaleras con una cara de concentración en subir los escalones IMPRESIONANTE. Al segundo de escuchar mis pasos, levanta la cabeza, se apura, viene corriendo y me abraza.
Debo admitir que me alegró el día.
Ese pequeño chichón de piso me logró sacar una sonrisa.
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